Por Olga Marín Miranda
De entrada, es importante señalar
que en las administraciones públicas existen servidores públicos honestos y con
dignidad. Personas con respeto a su trabajo y comprometidas con sus tareas las
cuales contribuyen con su esfuerzo a la marcha y desarrollo de las
instituciones. Sin embargo, es importante decirlo, también existen personas que
sin tener una vocación, ni espíritu para el servicio público viven a costa de
éste pero realizando además actos que dañan la imagen del servidor público y de
las instituciones públicas.
Algunas causas que permiten que estas personas actúen
fomentando la corrupción en la administración pública son:
1. Ausencia de un perfil definido de servidor público. En
las administraciones públicas sin función pública o servicio civil, da lo mismo
que sea un ingeniero, un licenciado, un actuario, un contador o una persona sin
profesión para que ocupe un cargo público, lo importante es el nexo de amistad
que exista con la persona que tiene la facultad para designar.
2. Ausencia de un espíritu de servicio. Algunos servidores
públicos en función carecen de compromiso y espíritu de servicio que
verdaderamente les motive actuar como servidores de la sociedad.
3. Ausencia de principios y valores éticos en los servidores
públicos. Principios que verdaderamente llegue a las raíces del pensamiento de
los hombres a fin de generar una conducta integra con honradez y
responsabilidad en el cargo.
4. Existe un sentido
patrimonialista de los recursos públicos. Los servidores públicos en su cargo
toman todo aquello que es patrimonio público como si fuera suyo. Disfrutan, gozan
e incluso derrochan y disponen de los
recursos y bienes que son de dominio público para uso y goce de su interés
privado.
5. La ambición por el dinero.
Aristóteles decía que “la bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable...
porque en su naturaleza ese apetito es ilimitado y la gran mayoría de la
humanidad vive para satisfacer su apetito”.1 Una de las mayores causas que
motiva al ser humano a ser corrupto es la codicia. El ser humano nunca está
satisfecho con lo que posee debido a que es codicioso por naturaleza. No
importa cuánto posea, ni la cantidad o calidad de bienes que posea, siempre
ambiciona más. Apenas consigue lo que deseaba cuando ya tiene una nueva
codicia. La ambición del hombre y la codicia son motivos que dan lugar a la
mayor parte de los crímenes voluntarios. La historia demuestra que muchos
servidores públicos se han corrompido por la ambición de riquezas y en la
medida en que ha estado en su poder han arruinado al Estado.
6. La sociedad capitalista de consumo. El vicio de la
codicia o ambición por el dinero (avaricia) es elevado como principio en la
forma de vida contemporánea, es además el principio político en los gobiernos
capitalistas actuales. La teoría política clásica señala que aquellos gobiernos
que tienen por principio el interés por el dinero se denominan oligarquías.
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